Cuentos

Marmóleo

Terminó de defecar y como acostumbraba a hacer al terminar dicha acción eructó detenidamente, parándose a escuchar cada tono del pequeño soplo. En determinados países orientales es un signo de buena conducta eructar después de las comidas, sirve de felicitación al cocinero a la vez que de ahorro de energía pues, al sustituir el eructo por la felicitación hablada, se guardan más energías para la digestión. Thomas harpe eructaba en el váter por la misma razón, se sentía bien después de quitarse ese peso de encima. Y eructaba.
No tenía un piso grande, de hecho, la pieza más grande era el cuarto de baño, además de ser donde pasaba más tiempo. Le gustaba el cuarto de baño. Luego de limpiarse bien con papel higiénico, se metió en la bañera, que había preparado con agua caliente antes de sentarse en el excusado. Era una bañera cara, ahorró mucho dinero al comprar el piso y los muebles para poder comprar esa bañera pero para él la bañera es lo más importante del piso. Se bañaba seis veces al día y dormía en la bañera. Pocas personas sabían esto pues harpe no solía salir a la calle si no tenía un buen motivo y las pocas personas que lo sabían lo tomaban por loco. Siempre le preguntaban si no temía ahogarse. Pero Harpe sabía lo que hacía, no era una persona de las que tropieza dos veces con la misma piedra y sólo se ahogó una vez. Para que no le pasara más instaló en la pared del cuarto de baño un sistema de cuerdas y poleas que sujetaban su cabeza por encima del agua con el fin de poder respirar aire tranquilamente.
El baño que se disponía a tomar era el quinto y penúltimo de ese día. A partir de este momento no hay mucho que contar. Simplemente se metió en el agua caliente ya con el culo limpio y se mantuvo así unos cuarenta y seis o doscientos minutos, tal como hacía con todos sus baños. Al pasar ese tiempo eructó y se secó fuera del agua ya que la única vez que intentó secarse dentro descubrió que no podía.

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